Cuándo no comer un yogur

Una de las noticias que ha saltado últimamente a nuestros diarios e informativos y que ha venido a destruir una especie de mito que rodeaba a un alimento lacteo como el yogur ha sido la derogación de su fecha de caducidad. Entonces, cuándo no comer un yogur

A esta pregunta se le viene dando vueltas desde la publicación de esta noticia ya que, hasta este momento, todos teniamos como elemento decisivo a la hora de contemplar si comer o no un yogur el que su fecha de caducidad estuviese, o no, cumplida.

Pero lo cierto es que ahora dicha fecha ha quedado derogada por lo que solo dispondremos de una fecha de consumo preferente, lo que quiere decir que no existe, en sí misma, una fecha límite tras la cual el yogur esté en malas condiciones.

Así que nos encontramos con una fecha orientativa y con la duda de cuándo no comer un yogur, cuándo las cualidades y características del mismo se disminuyen y cómo podemos llegar a detectar que esto ocurre para evitar ingerir el alimento.

Por lo pronto, tengamos en cuenta que aun por encima de la fecha de consumo preferente, un yogur bien envasado y refrigerado de la forma correcta, puede llegar a aguantar, con sus cualidades intactas, varios meses.

Así que pasada la fecha de consumo preferente, la responsabilidad sobre el ingerir o no el alimento pasa a ser directamente nuestra, por lo que debemos conocer ciertas pautas que nos ayuden a dilucidar si el alimento se encuentra en buen estado.

Partiendo de esta idea, para saber cuándo no comer un yogur, tenemos que fijarnos en primer lugar en el olor que desprende el mismo cuando lo abrimos. En el momento que el yogur deja de tener su olor agrio característico, debemos comenzar a preocuparnos.

Si encontramos que el olor que desprende el yogur está lejos de ser el que tiene normalmente y presenta un cierto olor a levadura, debemos evitar ingerirlo ya que probablemente las bacterias ya están invadiendo el producto.

Por otro lado, el aspecto externo del yogur también nos puede dar pistas sobre su estado. Si la tapa del mismo está abombada puede ser porque las bacterias vivas del yogur se están reproduciendo y están generando gases que producen este efecto.

Hay que tener especial cuidado a la hora de decidir cuándo no comer un yogur con otras características del aspecto externo del mismo. Así abolladuras o golpes pueden haber causado fisuras en el yogur y, por tanto, la entrada de microorganismos en él.

A veces el aspecto nos da una pauta totalmente inequívoca de que el yogur no se encuentra en buen estado. Ocurre, por ejemplo, cuando encontramos que ha crecido moho en el yogur. En ese caso no lo consumiremos.

Por último conviene recordar que, aunque el yogur es ácido, no debe resultar excesivamente amargo, ya que en ese caso podemos dudar, razonablemente, de que esté en perfecto estado. También deberíamos evitar consumirlo en este caso.