La alimentación y el ejercicio físico son dos de los grandes pilares en los que se basa la buena salud. Dentro de la primera, encontramos con que hay costumbres que nos pueden ayudar a mejorar nuestro bienestar, hoy vamos a ver cómo reducir la sal en las comidas.
Lo primero que podemos decir es que se trata de una práctica a la que podemos llegar a través de dos caminos diferentes. Por un lado podemos decidir reducir la sal para evitar determinados efectos secundarios en nuestra salud, mientras que por otro es fundamental para casos de hipertensión.
No obstante y a pesar de que en sí mismo el hecho de reducir el consumo de sal en nuestras comidas parece una medida bastante fácil de tomar, sin embargo nos encontramos con que en ese convencimiento debemos luchar contra dos potentes enemigos.
El primero de estos enemigos contra el que tendremos que luchar para reducir la sal en las comidas es la propia sal que se encuentra oculta en los alimentos. El segundo de estos enemigos es la costumbre que solemos tener, desde pequeños, por el gusto salado.
Partiendo de lo anterior, resulta claro que son dos los objetivos que nos tenemos que marcar para reducir nuestro consumo de sal, por un lado aprender a reconocer y evitar los alimentos menos convenientes y por otro conocer los sustitutos de la sal.
El primer consejo que podemos llevar a cabo es cocinar con poca o ninguna sal. Es algo tan sencillo como añadir poca sal a los alimentos durante el cocinado de los mismos. Esta medida evita el consumo de un gran porcentaje de la sal que tomamos habitualmente en nuestra dieta.
Otra medida importante para reducir la sal en las comidas es no llevar el salero a la mesa. Debemos tener cuidado con no añadir tampoco sal a los alimentos ya cocinados. Para esto lo mejor es que no llevemos nunca el salero a la mesa, así evitamos la tentación de añadir sal extra a los platos.
Debemos tener en cuenta también que, como indicabamos anteriormente, los alimentos poseen sal oculta, así que debemos evitar dicha sal. Convengamos en que la sal que añadimos a los alimentos durante su preparación o en el plato puede ser fácil de controlar.
Sin embargo consumimos gran cantidad de sal oculta en los alimentos, en los casos de alimentos salados es más evidente pero hay alimentos en los que la presencia de sal es más dificil de detectar.
Descubrir cuáles son estos alimentos nos ayuda a evitar una ingesta de sal de la que no siempre somos conscientes.
Podemos encontrar un amplio catálogo de alimentos con sal oculta que deberíamos intentar evitar para reducir la sal en las comidas.
Dentro de estos encontramos, por ejemplo, los embutidos, las carnes ahumadas, los patés, los salazones, los encurtidos o los quesos curados y semicurados.
Para hacer nuestros platos más sabrosos debemos partir de la idea de que el sentido del gusto con el tiempo se va adaptando a las comidas sin sal. Al principio puede resultar difícil acostumbrarse y algunas personas se resisten a dejar de añadir sal a sus comidas porque las encuentran insípidas.
Si es este nuestro caso, podemos optar por condimentar nuestros platos de forma sencilla, sana y sabrosa usando otros muchos ingredientes que no son la sal. Por ejemplo podemos usar especias, hierbas aromáticas, ajo, limón y naranja, aceite de oliva o vinos y licores en pequeña cantidad.