Las grasas en la alimentación

Las grasas en la alimentación arrastran una fama negativa, probablemente ganada a pulso, pero lo cierto es que existen grasas buenas y malas, lo que ocurre es que en la dieta occidental solemos abusar de estas últimas.


Si tenemos en cuenta la denominación oficial, las grasas malas reciben el nombre de grasas saturadas, mientras que las grasas buenas para nuestro organismos reciben la denominación de grasas insaturadas.

Las grasas, que se componen de ácidos grasos, desempeñan diversas funciones, entre las que están la de absorber las vitaminas liposolubles y los betacarotenos, que el organismo convierte en vitamina A.
Las propiedades de las grasas en la alimentación también se extienden a estimular el crecimiento durante la infancia, intervenir en la síntesis de las hormonas sexuales y regular el metabolismo.

Si bien las grasas saturadas, en estado sólido, a temperatura ambiente pueden aumentar el nivel de colesterol sanguíneo, las grasas insaturadas lo reducen o, directamente, no tienen efecto sobre éste.

Dado que la grasa, con nueve calorías por gramo, posee el doble de estas que las proteínas y los carbohidratos, una alimentación rica en grasas puede ocasionar problemas de sobrepeso.

En los países occidentales cerca de la mitad del consumo total de calorías proviene de las grasas en la alimentación, sobre todo de las perjudiciales, cuando en realidad los especialistas recomiendan que las grasas no superen el 35% del aporte total de calorías.

Dentro de la división que podemos hacer de las grasas, que recordemos que la establecíamos entre grasas saturadas y grasas insaturadas, estas últimas se dividen, a su vez, en monoinsaturadas y poliinsaturadas.

Las primeras de ellas, conocidas también como ácidos grasos Omega-9, se consideran beneficiosas ya que no inciden negativamente en la salud y, además, se pueden emplear como sustituto de las saturadas.

La dieta mediterránea es un claro ejemplo de grasas en la alimentación, pero además, con el uso del aceite de oliva en lugar de grasas procesadas, hace que los que la practican sufran menos enfermedades cardiovasculares.

Otras ventajas que aporta el aceite de oliva a nuestra dieta es que reduce la acidez gástrica, combate el estreñimiento, estimula la secreción de bilis y fortalece los huesos. El mejor aceite de oliva es el prensado en frío, no refinado.

Las grasas poliinsaturadas se componen de dos familias de ácidos grasos esenciales, omega-6 o ácido linoleico y omega-3 o ácido linolénico. El organismo es incapaz de fabricarlos, por lo que deben aportarse a través de la alimentación.

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