Entre los productos cosméticos, las cremas de belleza constituyen uno de los más simples y utilizados. Su función es proteger la epidermis contra las agresiones exteriores como el polvo, el sol, el viento o la contaminación.
Estos productos también tienen como objetivo, en algunos casos, aliviar una piel estropeada. Por último, también se han llegado a utilizar las cremas como base de maquillaje.
Generalmente se distingue entre cremas de día y de noche, pero no debemos pensar que se trata de dos tipos de productos realmente diferentes, si acaso pararnos en pequeñas diferencias como que las de noche son, habitualmente, más grasas.
Las cremas de belleza son emulsiones a base de aceite y agua. Existen dos tipos diferentes de emulsiones según la manera en que se realiza la mezcla y la proporción entre ambos.
Si se agita una pequeña cantidad de aceite en una gran cantidad de agua, obtendremos lo que se denomina con carácter general, cremas o lociones hidratantes, o emulsiones de aceite en agua.
En el caso contrario, una si agitamos una pequeña cantidad de agua en aceite, obtendremos lo que se denomina, con carácter general, crema grasa o emulsión de agua en aceite.
Casi todas las leches y la mayoría de las cremas de belleza son emulsiones de aceite en agua. Se trata del tipo de producto más práctico, pues penetra rápidamente, no mancha y proporciona una impresión de frescor.
Otra razón por la que son más habituales es que su coste de producción es menor. sin embargo, el precio de venta, como suele ocurrir, no tiene nada que ver con este último aspecto.
Las leches contienen entre el 78 y el 90% de agua. Son siempre emulsiones de aceite en agua y resultan suaves y refrescantes, pero tienen poco efecto protector contra las agresiones del ambiente.
Las cremas de belleza, por su parte, pueden ser emulsiones de los dos tipos y suelen contener entre el 35% y el 60% de agua. Las cremas además contienen otra serie de sustancias añadidas.
Entre esas sustancias encontramos moléculas que aseguran la estabilidad de la emulsión, conservantes antimicrobianos, colorantes, perfumes y también uno o dos productos considerados activos, que no son medicamentos.
Se trata de sustancias a las que se atribuyen propiedades beneficiosas para la piel, ya sean nutritivas, suavizantes, regenerantes, etc. En ocasiones estas sustancias se han venido utilizando tradicionalmente con fines cosméticos.
Generalmente se distingue entre cremas de día y de noche, pero no debemos pensar que se trata de dos tipos de productos realmente diferentes, si acaso pararnos en pequeñas diferencias como que las de noche son, habitualmente, más grasas.
Las cremas de belleza son emulsiones a base de aceite y agua. Existen dos tipos diferentes de emulsiones según la manera en que se realiza la mezcla y la proporción entre ambos.
Si se agita una pequeña cantidad de aceite en una gran cantidad de agua, obtendremos lo que se denomina con carácter general, cremas o lociones hidratantes, o emulsiones de aceite en agua.
En el caso contrario, una si agitamos una pequeña cantidad de agua en aceite, obtendremos lo que se denomina, con carácter general, crema grasa o emulsión de agua en aceite.
Casi todas las leches y la mayoría de las cremas de belleza son emulsiones de aceite en agua. Se trata del tipo de producto más práctico, pues penetra rápidamente, no mancha y proporciona una impresión de frescor.
Otra razón por la que son más habituales es que su coste de producción es menor. sin embargo, el precio de venta, como suele ocurrir, no tiene nada que ver con este último aspecto.
Las leches contienen entre el 78 y el 90% de agua. Son siempre emulsiones de aceite en agua y resultan suaves y refrescantes, pero tienen poco efecto protector contra las agresiones del ambiente.
Las cremas de belleza, por su parte, pueden ser emulsiones de los dos tipos y suelen contener entre el 35% y el 60% de agua. Las cremas además contienen otra serie de sustancias añadidas.
Entre esas sustancias encontramos moléculas que aseguran la estabilidad de la emulsión, conservantes antimicrobianos, colorantes, perfumes y también uno o dos productos considerados activos, que no son medicamentos.
Se trata de sustancias a las que se atribuyen propiedades beneficiosas para la piel, ya sean nutritivas, suavizantes, regenerantes, etc. En ocasiones estas sustancias se han venido utilizando tradicionalmente con fines cosméticos.