Riesgos relacionados con la alimentación: los aditivos

Cuando hablamos de las propiedades benéficas de determinados alimentos no podemos dejar de lado determinados riesgos relacionados con la alimentación. 

Muchas veces oímos o leemos informaciones alarmantes acerca de la alimentación.

Estas informaciones hablan de que los aditivos son tóxicos, el agua está contaminada, las verduras están repletas de nitratos o de plomo, en los huevos hay salmonellas, en la leche dioxina y hormonas en la carne. Pero qué hay de cierto en estas informaciones.

Es cierto que los problemas relacionados con la calidad de los alimentos son numerosos y variados, pero también es verdad que hay leyes y que la mayoría de ellas son adecuadas, aunque los controles no sean siempre tan buenos como cabría desear.

Por tanto, cuando hablamos de riesgos relacionados con la alimentación, podemos decir que es falso que existe ningún tipo de peligro que amenace la salud pública, del mismo modo que podemos desechar la idea de que ya no se pueda comer sano.
La contaminación del aire y de las aguas, los tratamientos químicos a los que se someten las tierras y los cultivos, las teconologías de la cadena alimentaria, las manipulaciones en los establecimientos donde se tratan los alimentos, pueden afectar la calidad de los alimentos que tomamos diariamente.

Teniendo en cuenta que nos interesa responder a la pregunta de si se pueden modificar la composición de los alimentos hasta el punto de que representen un peligro para nuestra salud, debemos comenzar sabiendo que no todas las “contaminaciones” son de la misma naturaleza.

Dentro de los riesgos relacionados con la alimentación los aditivos se trata de sustancias extrañas introducidas intencionadamente en los alimentos con el fin de facilitar la fabricación del producto o mejorar su apariencia, su sabor, su conservación, etc.

Entre los aditivos que se pueden utilizar en los alimentos que consumimos diariamente, podemos distinguir principalmente a los colorantes, los conservantes, los antioxidantes, los emulsionantes y los espesantes.

Con el fin de aclarar esta clasificación, la Unión Europea ha establecido un código de aditivos alimentarios que es una lista en la que cada aditivo queda asignado a una denominación formada por una letra y un número que hay que indicar obligatoriamente en etiquetas y envases.

Para evitar los riesgos relacionados con la alimentación y, concretamente, con los aditivos, en España ese otroga la autorización para usarlos en determinadas cantidades y en ciertos alimentos, siempre en dosis inferiores a los indicados por análisis toxicológicos.

Entre los aditivos que pueden generar problemas tenemos la tartracina, sustancia a la cual algunas personas pueden desarrollar una reacción de tipo alérgico. Del mismo modo puede presentar problemas el amaranto que puede llegar a ser cancerígeno.

Por último citar el anhídrido sulfuroso que tiene la desventaja de que destruye la vitamina B1. Los nitratos y los nitritos que pueden formar en el organimo sustancias altamente cancerígenas y los antioxidantes sintéticos, que se pueden sustituir por ácido ascórbico.